¿Cómo construir nuestra propia vida?

Cuando observamos un árbol milenario, con varios metros de altura, y que ha crecido y se ha desarrollado por cientos de años, nos damos cuenta de que toda la información estaba contenida en la semilla originaria que germinó, al igual que en el ser humano. Nuestro desarrollo evolutivo se encuentra en nuestra semilla simiente.

Es así como el camino evolutivo del ser humano está orientado a la perfección individual, para ser a imagen y semejanza del Creador, la cual se encuentra en nuestra semilla, en nuestra esencia, siendo esto el motivo de nuestra existencia, elevando nuestro ser de manera que podamos manifestar nuestra Sabiduría Infinita para alcanzar la Gloria Divina.

La Sabiduría nace de nuestro interior, los conocimientos vienen del exterior a nuestro ser, por eso es necesario mantener la observación permanente en nuestras acciones y en cómo hacer que nuestra realidad se transforme en realidad divina.

La esencia del Tao Zen, está en el Arte de Vivir, siendo este arte principalmente práctico, aplicado a nuestro diario vivir, aprendiendo y aprovechando todas y cada una de nuestras experiencias de vida, teniendo presente que nuestro plan evolutivo ha sido detenidamente planeado, por lo que debemos colaborar en todo momento y en todas las circunstancias con el Plan Divino diseñado para nosotros. Teniendo siempre presente que todo lo que nos toca vivir es necesario y justo para nuestro aprendizaje, y para el desarrollo de nuestro camino evolutivo. Si miramos y vivimos de esta manera, veremos que todos los problemas que nos toca enfrentar, realmente ya están resueltos.

Si mantenemos nuestra visión de la vida, como un continuo proceso evolutivo superior, podremos apreciar cómo nuestras experiencias tienen un objetivo y una orientación claramente definidas y que la luz siempre ilumina nuestra vida, guiándonos en forma segura y recta, a través de las circunstancias y condiciones adversas que el mundo exterior nos presenta; de esta manera podremos seguir el mejor camino de acuerdo y en armonía con el plan divino. Cuando ponemos resistencia a estas experiencias y no aprendemos de ellas es cuando nos encontramos reiteradamente obligados a vivir circunstancias similares.

Es por ello muy importante tener presente, que ninguna circunstancia exterior, ninguna experiencia, ningún problema aunque no nos agraden o que creamos que superan todas nuestras capacidades no debemos despreciarlas, muy por el contrario debemos aprender de ellas y no dejarlas pasar en vano, ya que si no las superamos deberemos volver sobre nuestros pasos, para enfrentarlas una y otra vez hasta resolverlas.

En el Arte de Vivir, es muy importante la actitud de cómo enfrentamos nuestra vida, y esta actitud guarda relación con la certeza de que toda nuestra vida está guiada por la luz y que construimos nuestro camino evolutivo en cada acción, en cada palabra, es decir, en todo lo que hacemos. Si tenemos la actitud de un constructor, plenamente consciente de ello y mantenemos una actitud constructiva en todo momento, en todas las experiencias y circunstancias de nuestra vida, podremos hacer que la Realidad se transforme en Realidad Divina.

¿Qué hace que la Realidad Divina no sea sólo un idealismo utópico, o sólo una teoría? Precisamente, ello se demuestra en la forma constructiva con que enfrentamos nuestra realidad, aplicándola en forma práctica en todas nuestras acciones, frente a todas las circunstancias, entendiendo y aprovechando toda experiencia para extraer de ella todo lo que podamos para realizar nuestro proceso evolutivo hacia la perfección.

Al cambiar nuestra actitud y la manera de ver la vida, dejando de ser víctimas de las circunstancias y teniendo una actitud constructiva, creadora, tendremos una doble ganancia en el desarrollo de nuestro plan divino, ya que no sólo aprovecharemos nuestro desarrollo interior, sino que también podremos aprovechar todas las circunstancias externas para realizar nuestro proceso evolutivo, tomando cada piedra en nuestro camino, trabajando con ellas para ir edificando el templo de nuestro ser divino.

Muy pocos de ustedes sabrán que he ejercido durante 14 años como Ingeniero Civil, y he construido diversas edificaciones. Ustedes dirán: ¿Qué tiene que ver esto aquí? Bueno, muy simple: la construcción de nuestra vida, de nuestro proceso evolutivo, es como construir nuestra casa, primero debemos comenzar por limpiar y desmalezar el terreno, buscando la mejor ubicación donde instalar nuestra casa, luego hacer un proyecto de que es lo que queremos construir, cuáles son nuestras necesidades habitacionales, y para ello es necesario revisar y proyectar hasta el más mínimo detalle; luego excavar hasta que lleguemos a terreno sólido donde poner las fundaciones de nuestro templo y desde allí comenzamos a erguir nuestra edificación sobre bases sólidas, ladrillo a ladrillo.

Descartando aquellos materiales defectuosos, utilizando aquellos que están en perfecto estado, no olvidando los refuerzos, los fierros, el hormigón para ir pegando cada ladrillo y que esta unión sea firme y duradera en el tiempo, hasta llegar al techo. Es cierto que nadie pondría un tejado defectuoso a sabiendas de que se lloverán… Luego se realizan las terminaciones, lijando las maderas, dando la forma a cada material para que se ajuste y encaje perfectamente, enseguida repasamos las imperfecciones para luego lijar, sin dejar orificio alguno entre el interior y el exterior, y después pintamos por dentro y luego por fuera. Una vez que la tenemos terminada, debemos mantenerla, ya que con el transcurso del tiempo todo requiere ser repasado y mantenido adecuadamente.

La vida es así. Hasta el día en que morimos, debemos trabajar en construir nuestro templo, en cada detalle, nuestras virtudes, nuestros defectos, nuestros potenciales, revisando nuestra vida, repasando aquellas imperfecciones, ya que incluso en el tiempo irán cambiando. En innumerables ocasiones esperamos que esa casa se construya sola y buscamos que la construyan allá  afuera por nosotros o que mágicamente aparezca construida y no trabajamos en nosotros mismos, y esperamos que meditando, rezando nos llegará un rayo divino que nos ilumine. Obviamente, que estas cosas sirven para trabajar nuestro interior, pero por si solas no nos harán la tarea que debemos hacer. Es más, todos los grandes avatares de este planeta, todos los maestros, han trabajado duramente en este desarrollo personal, Jesús, Buda, Mahoma. Todos ellos, sin excepción, han destinado largos años de su vida a su autoconocimiento, a su desarrollo personal. Es aquí donde importa la actitud que tenemos frente a la vida y a las circunstancias que vivimos, es donde debemos entender que cada cosa, cada acción cada palabra es parte de lo que estamos construyendo y debemos aprender de lo bueno y de lo malo, teniendo siempre una actitud constructiva, donde debemos preguntarnos de qué nos sirve, qué provecho sacaremos en nuestro camino evolutivo de todas las experiencias que se nos manifiestan en la vida. Teniendo siempre presente que nuestro ser superior ha hecho un gran esfuerzo y ha desplegado una gran energía para que podamos entender y pasar a través de esas experiencias.

En la medida que más nos aboquemos a buscar en nuestro interior y menos nos dediquemos a buscar afuera, preocupándonos de resolver hasta las cosas más ínfimas en nuestro interior, los dones se irán mostrando solos, ya que en la medida que somos capaces de limpiar la maleza, podremos ver nuestras virtudes, defectos y potencialidades. En la medida que no sabemos quiénes somos, qué somos, mal podremos saber qué hacer en nuestra vidas, provocando incertidumbre y el sentimiento de sentirnos perdidos en ese camino evolutivo.

La gran mayoría no sabe por dónde comenzar, y es tan fácil: Comiencen haciendo sus listas de virtudes y defectos, 10 en cada una que no sean sinónimos ni antónimos entre sí, tres potencialidades y vayan revisando sus actitudes frente a todos los temas, cómo se relacionan con los demás y dónde salen sus actitudes negativas, que son las que más nos causan trastornos. Debemos tener presente que estas listas son dinámicas y que irán cambiando de un lado a otro, que a medida que vayamos mirando con mayor profundidad, estas cambiarán. Luego pueden seguir con listas de cómo son sus padres, cómo son sus parejas, que quieren de la vida y porqué. Hay tanto trabajo que hacer dentro de uno mismo que en realidad no queda tiempo para buscar afuera. Comiencen con estas simples cosas, y además, verán lo entretenidos que son cada uno de ustedes y cuán complicada nos hacemos la vida por pequeñeces, y por valores, prejuicios inculcados por la sociedad acerca de cómo deben o no deben ser las cosas y las personas.

Es importante hacer un trabajo preliminar de revisar nuestras piedras en el pasado, revisando nuestras experiencias, agradables y las no tanto, y ver qué condicionamientos nos han marcado, para poder enfrentarlos, entenderlos, perdonarlos y sanarlos. Esto es de vital importancia, ya que el pasado sólo sirve para extraer aprendizajes, experiencias, buenos recuerdos, y no dolor, ni recriminaciones, ya que no podemos vivir un sólo minuto de ayer nuevamente. Permanentemente vivimos cautivos de nuestro pasado y preocupados por nuestro mañana, siendo que no podemos revivir o vivir ninguno de los dos. Es aquí donde recobra todo su valor el vivir el aquí y ahora, y este segundo también acaba de morir. Es por ello primordial entender y perdonar nuestras vidas ya que si hubiésemos tenido otra conciencia en ese momento, hubiésemos hecho otra cosa. Entender que estamos en un camino hacia la perfección y durante ese camino cometeremos muchos errores. Es más, el errar es lo que nos permite entender cuando algo está bien o mal, y cómo se corrige, sino no sabríamos qué camino tomar, y esto se hace a través de la propia experiencia y no de los libros, a menos que estos gatillen cosas personales en nuestro interior.

Recuerden que cada piedra en el camino, convenientemente trabajada, puede ser de gran valor para construir nuestro templo interior, y que cualquier piedra pudiera ser un diamante en bruto que se encuentra solamente cubierto con lodo o estiércol, pero en su interior, puede encontrarse la llave de vuestra libertad.

Ningún proceso de desarrollo personal real es posible, si no aprovechamos TODAS las experiencias que vivimos para entender nuestro camino evolutivo.

Muchas personas me preguntan cómo saber su misión en la vida, y casi siempre es una preocupación externa, en cómo ayudar a los demás, y esas cosas, y nuestra primera y última misión es hacer NUESTRO CAMINO EVOLUTIVO HACIA LA PERFECCIÓN EN ARMONÍA CON DIOS Y EL UNIVERSO ENTERO. En la medida que trabajamos en nosotros, que somos capaces de resolver nuestros problemas y nuestra vida, los demás, nos preguntarán cómo lo hicimos, y a través de nuestra experiencia podremos mostrar cómo lo hicimos y la otra persona escogerá si ese camino le sirve o buscará otro.

Cuando descuidamos nuestro camino evolutivo y nuestra vida, en vez de construir un Gran y Hermoso Templo en nuestro interior, donde la sabiduría, la voluntad, la fuerza interior y la conexión divina están presentes, nos encontramos con un lote de piedras arrumbadas en forma inestable, que no sirven de albergue a nuestro ser y que amenazan inclusive con caernos encima, por el más simple viento exterior o contrariedad que experimentemos en alguna vivencia. Muchas veces reclamamos, cuando éstas nos caen encima, y se nos derrumba el entramado de palos sueltos, que hemos armado, y nuestro Ser Superior se ve en la obligación de botarlo para que volvamos a edificar un sitio que sea digno y seguro para nuestro Ser.

Hay construcciones emblemáticas a través de la historia, como lo son las maravillas del mundo, una de ellas son las pirámides, y se han mantenido a través de los siglos, porque fueron edificadas, en forma consciente, con una forma segura y estable, ladrillo sobre ladrillo y han sabido enfrentar las inclemencias del tiempo e inclusive se han mantenido sin que nadie las mantuviera, aún están ahí y seguirán estando. Ese es el tipo de construcción que debemos hacer con nuestro ser, teniendo presente que cada ladrillo que pongamos en cada encarnación nos sirva para la próxima y podamos seguir levantando nuestro templo hacia la divinidad, y que no necesitemos tirar todas las piedras de una vida, ya que éstas sólo fueron una serie de piedras apiladas en forma desordenada e inestable.

Cada uno de ustedes, lleva ya largo tiempo sobre esta Tierra, y cuando encarnamos, con el andar del tiempo y con la vorágine de nuestras vidas, se nos olvida qué hemos hecho antes, a qué vinimos, en qué estamos, y hacia dónde vamos en nuestro proceso. Muchas veces inmersos en los patrones impuestos por una sociedad enferma, donde vivimos para trabajar y no a la inversa, y se nos olvida lo más importante: VIVIR, y vivir con conciencia.

Si no recordamos, porque nacimos, quien nos dio vida, porque crecimos, quien nos hizo crecer, quién nos mantiene vivos, ya que si de nuestra mente dependiera mantenernos vivos, dando todas las instrucciones a todas las funciones del cuerpo y a cada célula, ya se nos habría olvidado más de alguna, ¿no creen?, je, je, je, o sea ya estaríamos muertos hace rato, es más, ni siquiera hubiésemos crecido, ya que menos sabríamos como hacerlo de bebés, y para morir tampoco sabemos cuándo ocurrirá. La pregunta entonces aquí es muy importante, si no tenemos el control absoluto de nuestro ser, alguien debe tenerlo, ¿verdad?

¿Qué les parece que sea su Ser Superior, su Chispa Divina? Bueno y si eso es así, ¿qué nos tiene haciendo aquí?, ¿por qué nos hace pasar por las experiencias que vivimos?, ¿cuál es el sentido de que a veces sea tan duro y otras de tanta felicidad? Es por ello, que debemos estar muy atentos a todo cuanto nos acontece, a toda experiencia. Nada es en vano, la energía universal no desperdicia nada, todo se aprovecha, sino miremos la naturaleza, lo que desechan unos, sirve de alimento a otros y así en la escala natural. Bueno, si esto es así, entonces ninguna vivencia en nuestras vidas está demás, y si no la aprovechamos en esta pasada, o se repetirá o tendremos que volver para aprender de ella, es por eso, que la base de las filosofías orientales como el ZEN, se basan en la CONCIENCIA PERMANENTE  ¿de qué?, de TODA NUESTRA VIDA, por eso el ZEN no tiene doctrina, no hay fórmulas, y si las hay pero ellas se descubren en el andar de nuestra propia vida.

¿Y por qué el TAO? Bueno, si reconocemos que la Divinidad es la que nos da vida, y nos mantiene vivos, es entender que todo está construido en un Gran Proceso Evolutivo hacia la Divinidad, que todo ha sido creado en perfecta armonía, aunque a nuestros ojos y entendimiento eso no sea así, porque nuestras limitaciones mentales no nos lo permiten ver, pero el Tao, la Divinidad es el Creador de toda vida, tanto individual como universal, y que ese Tao no está afuera o lejos en alguna parte llamada Cielo -y no seremos premiados o castigados luego de nuestra muerte, de acuerdo a nuestras acciones en la vida como nos han inculcado- sino que está presente en cada cosa, en cada experiencia, en cada respiración, ya que si no hay oxígeno moriremos en los próximos tres minutos; y que si el TAO lo desea puede extraer el aire de nuestra atmósfera en cosa de un solo instante y resolver todos los problemas que pudiera generar este Planeta. Por este motivo la unificación del Tao y el Zen, y es allí donde descubrimos que si tenemos CONCIENCIA PERMANENTE (ZEN), nos daremos cuenta que el TAO o DIVINIDAD, está permanentemente en TODO, se manifiesta en cada vida, en cada acto, en cada circunstancia, es decir, si tomamos conciencia y aprendemos a mirar el Universo con otros ojos, nos daremos cuenta que el Orden y la Armonía Divina están presente en todo, sólo que no sabemos mirar, observar y detenernos a entender.

Es aquí donde la mera Realidad se transforma en Realidad Divina, presente en todo, y al reconocer esto, podemos consagrar nuestra vida a esa Divinidad, para que se exprese libremente en nosotros.

Muchos dirán aquí, que bonito, pero ¿cómo podemos probar esto? Para ayudar en este proceso, es que realizamos e impartimos la Iniciación en la Luz, la Iniciación Crística Esenia, donde toda persona, por medio de una ceremonia, al aplicar una técnica física TODOS pueden ver la luz que hay en su interior, esa Chispa Divina, sin tener que imaginarla, sino que verla directamente, sin ningún obstáculo o preparación previa, TODOS tenemos luz en nuestro interior; sea una persona simpática o antipática, buena o mala, ya que estas son sólo diferencias de madurez en nuestro proceso evolutivo y que la variación entre uno y otro es mínima, ya que dependerá de las circunstancias a las que nos veamos enfrentados como reaccionaremos.

Cuando vemos esa luz en nuestro interior y que los demás también la poseen, pasamos de tener Fe a tener Certeza, y nos damos cuenta que somos Divinidades vivientes, que esa Divinidad está dentro nuestro, que es una Realidad, y reconocemos que esa Chispa, esa Luz, ilumina y dirige nuestra vidas, en forma armónica, ordenada y perfecta para que realicemos este camino evolutivo, hacia una mayor perfección.

Es por ello, que se llama INICIACIÓN EN LA LUZ, ya que volvemos a nacer, salimos de un mundo que creemos lleno de oscuridad, de una vida sin sentido, banal, para entender que estamos construyendo nuestro templo, y en la medida que tomemos conciencia de ello, toda nuestra vida cambiará radicalmente y nos abocaremos a desarrollar el árbol milenario que está en nuestra semilla simiente. Así nos daremos cuenta que el alcanzar la perfección está en nuestra semilla, sino cómo se nos ocurre, de donde pretendemos ser algo que sería imposible. El problema es cómo lo logramos, en eso estamos, dilucidando ese camino hacia la expresión de nuestra Divinidad.

Al ver esta luz, renacen nuestras esperanzas, estableciendo y reconociendo que la Divinidad está expresada tanto en el interior como en el exterior, y que todo está de acuerdo al orden divino, en forma perfecta y justa, para que cada ser realice su evolución, experimentando y viviendo lo que necesita para ello.

Retomemos entonces la importancia, de tomar conciencia, de nuestros actos, nuestras palabras, nuestros pensamientos, hacia donde están orientados, y si ellos colaboran en nuestro proceso evolutivo, si somos conscientes de esa evolución y si estamos ofreciendo resistencias para que esta expresión divina se exprese.

Todos los seres que habitamos en esta Tierra, estamos desarrollando este crecimiento y en general, somos compañeros evolutivos, unos un poco más maduros y otros no tanto, pero todos en este proceso, siendo una raza indivisible de hombres en su despertar divino, para realizar la imagen y semejanza con Dios.

Esto último sólo puede realizarse a través del AMOR, por supuesto no en el amor que malamente manejamos, basado en los egoísmos y en los reflejos personales, buscando en el otro sólo aquello que nos agrade, sino que en su sentido más elevado, pasando por lo simple: no hacer a otros aquello que no queremos que nos hagan. Entendiendo además, que todos los seres son libres y no tienen porque hacer nuestra voluntad, que si algo nos molesta del otro es problema nuestro, que si me molesta algo en otra persona es porque lo tengo y si me agrada también, y lo más importante, la Honorable Cortesía de no entrometerse en la vida ajena, ya que tenemos suficiente con resolver la propia, en armonía con los demás.

Muchos piensan, que mientras más poderes o dones consiguen más avanzan, mientras más saben cosas, mejor están, y lo cierto es que la evolución humana no se mide en lo que sabe o el poder que tiene sino que muy por el contrario se mide en los grados de amor que expresa su ser, la sabiduría del Arte de Vivir, y muchas veces ni siquiera somos capaces de perdonar, siendo éste el primer grado en la escala de expresión de amor.

La diferencia entre ser una persona común y corriente o la maestría que alcancemos radica en el amor que profesamos por lo que hacemos, el amor al arte, hace al artista, el amor a Dios hace al Santo. Para que la virtud sea expresada debe estar de por medio el Amor. Por ello, es tan importante hacer lo que amamos, lo que nos gusta, y más aún lo es sanar nuestro corazón y extirpar de él todo dolor, todo odio, todo rencor, ya que así nuestro ser no tendrá otra alternativa que dejar fluir nuestro amor, y esto se logra a través de conocernos íntimamente, profundamente, para poder determinar dónde están aquellas cosas que nos causan dolor y que condicionan nuestras expresiones de amor. Es aquí donde cabe, lo que siempre repito, no hay Sanación si no hay Autoconocimiento y no hay Autoconocimiento sin Sanación.

Es por esto, que el fundamento de nuestro crecimiento, de nuestra sanación y elevación como seres humanos lo hemos basado en el Tao Zen, el Sendero del Espíritu, ya que somos seres divinos viviendo experiencias humanas, donde debemos aprender de esas experiencias, para seguir evolucionando cada día más, siempre teniendo presente que esto no acaba nunca y no dormirnos en los laureles de los logros conseguidos.

Si entendemos que la Ley de Causa y Efecto funciona, entonces, si acaricio un muro, este acariciará mi mano, si lo golpeo con fuerza éste lo hará también y sentiré las consecuencias de ello en mi mano y me dolerá; si como seres humanos entendemos que si hacemos cosas que dañen a otros esto volverá a nosotros, dejaremos de hacernos daño, y expresaremos lo mejor de nosotros. El resultado de ello será que nuestra vida se desarrollará en armonía con la Ley Divina, y que ésta dará paso a la expresión del amor.

El trabajo en nosotros mismos y la voluntad de traspasar nuestros límites y limitaciones para ir más allá de nuestras concepciones, nos permitirá sanar nuestro ser para que despierte en nosotros nuestra sabiduría infinita, es aquí donde el volver a ser niño, a simplificar nuestro ser, el sacarnos el peso de las mochilas que nos han impuesto, para limpiarlas, sacar el peso excesivo, reordenando y purificando nuestras experiencias, hará que traspasemos esas limitaciones y entendamos como funciona nuestro universo interior y por ende el universo exterior.

En la medida que rompamos ciertos patrones de nuestra sociedad, como que “ el pan debemos ganarlo con el sudor de nuestra frente” y que por ende trabajamos para vivir, y que lo importante no es sólo la remuneración que recibiremos a fin de mes, sino cuál es el sentido superior del trabajo que realizamos: ¿vivimos plenamente aunque trabajemos arduamente?, ¿lo disfrutamos?, ¿qué aprendemos a diario del trabajo que realizamos?, ¿en qué contribuye a nuestro proceso evolutivo, qué provecho sacamos de esto en el sentido más universal?,

Cuando logramos comprender esto, nuestro trabajo lo desarrollaremos con alegría, felicidad y libertad, entendiendo que eso es lo que debemos hacer para aprender, hasta que seamos capaces de pasar a la etapa siguiente de aprendizaje. Muchas veces, sólo nos quejamos en forma permanente y no vemos lo que debemos extraer de ello, siendo esclavos de nuestro trabajo, de las cosas materiales, que son necesarias por cierto, pero que no son la razón para vivir, y cuando cambia nuestro estado de conciencia, esto nos hace libres, para inspirarnos y expresar nuestro ser y así cambia mágicamente el trabajo que nos toca desarrollar.

Por lo general, no nos damos cuenta que en el trabajo que realizamos nuestro Ser Superior nos está educando, nos está ayudando para que desarrollemos nuestras facultades, nuestras potencialidades, y nos está mostrando cómo nos relacionamos con el mundo exterior y qué debemos aprender de ello para realizar nuestro Plan Divino, y que está en perfecta armonía con la Creación, por más insignificante que creamos que sea el trabajo que desarrollamos, pero eso es lo justo y lo necesario para cada ser, siendo este importante para él.

Debemos tener presente que en cada labor que desarrollamos, no hay pérdida de tiempo, ni de esfuerzos, si de cada una de ellas extraemos nuevos conocimientos, nuevas experiencias, nuevas capacidades, menos si nos preocupamos de nuestro crecimiento y desarrollo interior, lo que nos dará mayor madurez y mayor conciencia de nuestro ser.

Nuestra sociedad está enferma y sus habitantes también porque han perdido el sentido de sus vidas y han sostenido la ilusión de que sobreviven en vez de vivir, dedicando gran parte de su tiempo a la obtención de recursos materiales y olvidando su espiritualidad y su trabajo interior. El justo camino del medio, es eso, lograr equilibrar el infinito y lo finito, para así poder vivir una vida plena, feliz y en armonía con el universo.

Generalmente, en nuestros trabajos hacemos la división entre lo divino y lo terreno, y en el plano laboral, nos cerramos, nos transformamos, para ser sólo terrenos y adaptarnos a lo que creemos que funciona así, en vez de preguntarnos cada día qué hay dispuesto para nosotros, para nuestra evolución, qué aprenderemos de nuevo, con qué sorpresas nos saldrá la divinidad y nuestro ser superior, teniendo y dándonos la libertad de vivirlo plenamente, en vez de caer en el pensamiento que es un deber rutinario, que hacemos con desagrado, aburridos, y en una completa inercia día tras día. Nunca un día es igual a otro, nunca pasa lo mismo, ya que todo está en constante movimiento, en permanente ritmo y vibración. Si miramos detenidamente, veremos que cada día ocurren cosas extraordinarias, y no nos percatamos porque nos encontramos DORMIDOS.

Cuando estamos sin trabajo, cesantes, desaprovechamos la ocasión para mirar que nos gusta, qué queremos hacer, qué nos hace feliz, y sólo deseamos tener otro trabajo de inmediato, y así nos evitamos la molestia de pensar, de replantearnos, de ver esto como una nueva oportunidad, una nueva libertad para vivenciar nuevas experiencias y asimilar lo aprendido, revisar y hacer propias nuestras capacidades adquiridas. Nos quejamos de que no tenemos nada que hacer, en vez de aprovechar de descansar y asimilar lo vivido. Son tiempos de reflexión, de replantearse frente a la vida, y muchas veces queremos volver a ser esclavos prontamente porque estamos acostumbrados a que así sea y nos atemorizan los cambios que pudieran producirse, siendo que como el Yin Yang, que está en permanente movimiento: todo está cambiando y evolucionando permanentemente, afortunadamente.

Si buscamos trabajo para resolver el problema económico solamente, estamos frente a un punto de vista equivocado. En la medida de que no tracemos un sendero por el cual queremos caminar, con un sentido más universal, nos daremos vueltas en redondo, la vida es un Sendero (ZEN), la cual debemos orientar en el sentido más amplio del Espíritu (TAO) hacia la Perfección Divina, recuerden que vuestras vidas pueden cambiar en la próxima hora, y que nunca están ni han estado solos en este andar a través del Sendero del Espíritu TAO ZEN.

Creo que esta vez me he excedido un poco, espero no haberlos aburrido, y hayan podido rescatar, algunas herramientas útiles para Construir Vuestras Vidas, en el Arte de Vivir.

Trillones de Bendiciones

Que YHVH ilumine vuestras vidas en cada hálito de vida

Un abrazo en la Luz Eterna

 

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