Mucho se ha dicho en estos últimos años que debemos cambiar, mirar el mundo de otra forma, que debemos sanar y aprender a relacionarnos de otra manera. Comparto plenamente estas afirmaciones, ya que nos han abierto el Universo para entender mejor nuestro trabajo evolutivo en la Tierra.
Creo en la conciencia de que esto debe hacerse. Ya está bastante claro y agradezco a los canales toda la valiosa información que han aportado en esta última centuria. Ahora viene la parte más importante para que ese cambio sea efectivo, y eso se hace aplicándolo en nuestras vidas, viviendo la espiritualidad y haciendo nuestro camino evolutivo, con los ojos abiertos, no sólo con los ojos cerrados. La manifestación de Dios está frente a nuestros ojos, en cada acto, en cada relación con nuestro prójimo, en cada instante.
Durante largos años, el Tao, que es el Espíritu y está en nuestro interior, y el Zen, como sendero y su forma de ver el mundo, me han permitido ver y vivir la vida, el mundo, el Universo, de otra manera, y ser feliz. Es por eso que he decidido transmitir estas enseñanzas prácticas desde hace un par de años.
Muchas personas me han preguntado cómo se hace este camino hacia el interior, para recorrer nuestro templo y hacer el camino evolutivo.
La respuesta es simple: VIVIENDO con CONCIENCIA, por lo que durante un tiempo les iré dando algunas recomendaciones, que estoy cierto les dará buenos resultados.
Para comenzar lo haremos con cosas simples, observándonos, y para ello hay que entrenarse en centrarse en uno, y lo primero es ver cómo se comporta nuestro cuerpo físico. Él emite señales específicas que nos ayudan a entender la situación que estamos viviendo.
Durante una semana observen todos sus movimientos como si los realizáramos en cámara lenta. Revisando posturas, la forma de caminar, la forma de sentarnos, de hablar, de mirar, las inflexiones de voz. Es más, los dolores, las enfermedades, todo aquello que sea irregular son las señales que tiene nuestro cuerpo para responder a nuestro diario vivir y de nuestro diálogo interior.
Una de las partes importantes a tener en cuenta es la columna vertebral, y su postura, ya que en ella se asientan nuestras responsabilidades. Cuanto más carga, más responsabilidades nos echamos encima, sobre todo con aquellas cargas que no nos pertenecen y que no podremos resolver.
Observar la cintura. Sus dolores indican el miedo que sentimos y la preocupación que tenemos por el futuro económico, por ejemplo. Así mismo, miremos nuestras piernas. Son ellas las que nos permiten avanzar por la vida y cualquier problema que tengamos al caminar nos revelará miedo al futuro, hacia dónde vamos. Obsérvense mientras caminan a una reunión importante y verán muchos detalles en el caminar.
El cómo funcionan nuestras rodillas. Allí veremos reflejado nuestro orgullo y nuestra capacidad de flexibilización frente a los diversos acontecimientos, y es en ellas donde se expresa nuestro ego cuando está desequilibrado y somos inflexibles.
Como verán en esta primera fase, un chequeo de nuestra espalda, cintura, piernas, rodillas, nos irá dando señales claras de cómo nos estamos moviendo por la vida.
Sigamos con el estómago. Cualquier alteración en él también nos indica las ideas que estamos digiriendo, ya que no sólo digiere los alimentos que consumimos. Por ejemplo, cuando sentimos mucho miedo, el estómago se cierra o se altera su funcionamiento.
Esto funciona así principalmente por nuestra falta de confianza en Dios (Tao), debiendo reafirmar nuestra convicción de que todos nuestros problemas se solucionarán, ya que no existe problema sin solución, sólo que no nos acomoda la solución que vemos de ese problema. Por ello, la importancia de ver todas las salidas posibles, traspasando nuestros valores, patrones o prejuicios y mágicamente el centro del problema pierde gran valor y desaparecen los problemas digestivos.
La experiencia enseña que cualquier dolor físico guarda directa relación con nuestras culpas internas, y debemos recordar que toda culpa busca su castigo y los dolores son una forma de castigo.
Observemos bajo qué circunstancias tenemos dolores de cabeza. Ellos aparecen principalmente cuando hay autocrítica o cuando nos invalidamos a nosotros mismos. Al tener dolor de cabeza, quedamos anulados, y no permite que en ese momento tomemos buenas decisiones con respecto a lo que estamos viviendo, quedando de manifiesto nuestras resistencias interiores a lo que estamos enfrentando.
Como verán, todos los órganos y nuestro cuerpo nos habla, nos envía señales en forma permanente de cómo nos estamos desenvolviendo en la vida. Cuando lo experimenten sentirán un mundo nuevo que se les abre por descubrir y mirar, transformándose en una excelente entretención, ya que si ponemos atención y escuchamos nuestro interior en forma tranquila y relajada, tendremos respuestas claras a lo que necesitamos resolver. Una vez que tomamos conciencia de lo que está ocurriendo podemos sanar, y pedir ayuda al Universo, en muchas ocasiones mágicamente los problemas desaparecen cuando tomamos conciencia de su ocurrencia.
Miremos cómo nos comportamos y cuáles son nuestras posturas y nuestra mirada. Cuando estamos tristes o deprimidos, tendremos la espalda doblada, no nos queda otra que mirar hacia abajo, y los brazos colgarán como cargas pesadas, todos lo hemos sentido alguna vez, ¿verdad? Entonces nuestra primera gran ayuda hacia nosotros mismos, es pararnos derechos, mirando al frente y aplicando la voluntad de ir hacia delante con la frente en alto, y con las manos abiertas para recibir las bondades que el Universo nos depara.
Como verán existe una relación profunda entre lo que ocurre en nuestro interior, con lo que expresamos en el exterior, y por ello se afectan mutuamente. Es muy importante cambiar nuestra postura exterior para producir cambios interiormente.
Hagamos un alto, en este instante, y tomen conciencia de la importancia de observar durante una semana el cuerpo físico como buena práctica, para darnos cuenta de cómo estamos parados en el mundo. Revisemos nuestra postura frente a diversas situaciones, las alteraciones de ánimo, cada vez que vamos a determinados lugares y cómo ellos nos afectan.
Un ejercicio simple: pónganse a ver televisión de pie, y vean qué les pasa cuando vean noticias donde abunda la muerte y la desgracia. Al cabo de unos instantes se sentarán y su estado de ánimo cambiará radicalmente. Es importante ver qué entra por nuestros sentidos. Ellos son los que llevan la información hacia nuestro interior.
Jueguen con sus sentidos, vean a las personas y tápense los oídos, o viceversa no miren sus rostros y sólo escuchen, pudiendo apreciar las inflexiones de voz, los énfasis en la palabras, y resonarán claramente las verdades y las mentiras.
Nuestra apariencia es nuestro reflejo interior, y es importante cuidar el templo del alma que es nuestro cuerpo, y la importancia de movernos, salir del sedentarismo haciendo algo de gimnasia, moviendo nuestro cuerpo y creando más energía, para sentirnos más vivos y con mayor energía. Debido a esto es que muchos practican yoga, por ejemplo.
Ahora, si tienen una enfermedad, corríjanla de inmediato, haciendo todo lo que esté a su alcance para sanarse y así vivir una vida plena, manteniendo su cuerpo en forma saludable, teniendo así la posibilidad de elegir hacia dónde quieren moverse sin restricciones.
Recuerden en todo momento que SOMOS creadores, y que nuestros pensamientos se plasman en la materia, por lo que debemos purificar aquello que pensamos y cómo lo hacemos, reconociendo nuestras virtudes y defectos para desarrollar al máximo nuestras potencialidades y no ser víctima de las circunstancias.
Tenemos la costumbre de pedir ayuda a Dios en forma ansiosa y desesperada y se nos olvida que él vive en nosotros en un estado de perfecta armonía, paz y amor. Olvidamos que Él no viene ni nosotros vamos, sino que estamos en Él, y que sólo debemos despertar de este gran sueño o pesadilla. Que debemos reconocer aquello que es verdadero, disolviendo aquellos problemas que nos incomodan, para disfrutar la vida plenamente.
¿Y cómo se hace esto? Bien, respirando y relajándose, aquietando la mente, para escuchar nuestra voz interior. La intuición es la voz del espíritu (Yo Soy) o como deseen llamarle. Todo en el Universo funciona en perfecta armonía y fluye de acuerdo a las leyes divinas. La frustración aparece cuando queremos apurar o forzar ciertos eventos. Por eso, al centrarnos en nuestro interior, tomando conciencia desde cómo nos movemos, qué pensamos y cómo reaccionamos, podremos estar en paz. Nuestra serenidad interior nos permitirá que escuchemos cuál es el camino más fácil para resolver nuestros problemas.
¡Manos a la Obra! Durante una semana, mírense, miren su cuerpo. Podrán aprender mucho de ustedes a través de él.
Todos los Grandes Maestros a lo largo de la humanidad han hecho este trabajo, de ir hacia su interior, revisen la historia y verán que ha sido todo un proceso. Jesús estuvo preparándose por 30 años, Siddharta Gautama (Buda) igual, y así todos, nadie se iluminó de un día para otro. Unos hicieron su proceso más rápido otros más lento, pero en definitiva todos lo hicieron.
Este proceso se hace de a poco y requiere de dedicación y perseverancia. Es por ello que los Maestros, que llevan tiempo trabajando en sí mismos, saben lo que les ocurre a sus discípulos, porque ya realizaron una buena parte del trabajo de observarse, de entender cómo piensa el ser humano. En rigor el hombre no tiene secretos, estamos hechos de la misma materia, con la misma conformación, por lo tanto el camino se hace de la misma manera. Lo que varía son los matices de cada uno, sus experiencias y sus potencialidades.
En reiteradas ocasiones, se piensa que hay Magia o Misterio cuando un Maestro es capaz de saber qué le ocurre exactamente a una persona. Lo cierto es que no hay Magia, sino que hay Maestría. Observemos a un carpintero, ¿cuándo se le trata de maestro carpintero? Cuando el resultado de su trabajo así lo demuestra, y la experiencia le lleva a hacer las cosas de determinada manera y no de otra, ¿y cómo aprendió? ¡Fácil!, echando a perder muchas tablas, hasta que resultase lo que él esperaba.
¿Cómo se logra la Maestría de Vivir? Haciendo el trabajo de buscar en nuestro interior y descubrir cómo funcionamos. Por eso, el Maestro sabe lo que le pasa a un discípulo, porque su experiencia le permite ver y recordar cuando él pasó por el mismo Zendero.
Gracias al gran momento que está viviendo la humanidad, muchas personas están buscando encontrar las claves para lograr la paz interior y la felicidad, ayudar a los demás, y para hacerlo hay que partir con sanarse uno mismo, aprender a vivir, a jugar viviendo, a disfrutar las torpezas cuando estemos en ellas, a no buscar en los libros, sino que en la vivencia, para experimentar las maravillas del mundo.
Es importante recordar que debemos ver el camino que muestra el relámpago y no quedarnos pegados mirando el relámpago. El camino hacia la conciencia permanente o iluminación, es un recorrido permanente (valga la redundancia), de toda una vida. Jamás acabamos de aprender y de desarrollar nuestras potencialidades. Se requiere la tranquilidad, la soledad y el silencio para escuchar nuestro diálogo interior, haciendo el trabajo requerido, observando en cada prójimo a un maestro como un gran espejo de nuestro ser.
Habitualmente, tenemos cierta reticencia a la palabra Maestro, ya que creemos entender que el nos exigirá respeto o admiración, y si es así, bótenlo, ya que no les servirá. Ahora, hay que observar por qué nuestro ego se ve afectado, y la razón es porque no hemos aprendido la necesidad de ser humildes en nuestro accionar y aprender de los demás, cuando han hecho su camino adecuadamente. El respeto y la admiración hacia un maestro viene después de mucho tiempo, quizás años, cuando nos damos cuenta y hemos comprobado que sus acciones y motivaciones eran correctas y congruentes, y que lo que nos enseñó era en realidad de esa manera, sea lo que sea que aprendamos de él.
Por eso es necesario encontrar un maestro en el arte de vivir al cual preguntarle cómo lo hizo cuando pasó por experiencias similares. No para recorrer su templo, si no que para recorrer el propio, en el día a día, en todas nuestras acciones, en los detalles de vivir. Esa es la razón de por qué en Oriente los discípulos al encontrar un maestro lo seguían, para mirar, observar y aprender de su comportamiento, de cómo mira, enfrenta la vida y las diversas soluciones que va encontrando para las dificultades que enfrenta en su andar.
Al parecer es más fácil ser maestro al interior de un templo, ya que no se está expuesto a los cototos y vicisitudes del diario vivir. Ahí está la gracia que nuestra vida y el mundo sean nuestro templo y aprendamos a vivir en el.
Espero con estas breves palabras haberles transmitido y haber despertado ese bichito maravilloso, de jugar y aprender a vivir la vida, para que sus vidas y su camino evolutivo sean lo más importante. Hablar de autoconocimiento no sirve de nada, leer acerca de ello tampoco, sólo si resuenan en nuestro interior dichas palabras. De acuerdo a nuestras experiencias, el autoconocimiento se VIVE. En eso pasaron muchos maestros en la antigüedad, buscando las claves de cómo se hace y llegaron a la gran conclusión que ello se hace VIVIENDO.
Queridos Herman@s, los invito a jugar durante una semana, a que jueguen con su cuerpo como los niños, a buscar y entender por qué y cómo nos movemos. ¿Recuerdan que cuando niños caminaban por el borde de la vereda sin perder el equilibrio? Qué entretenido era ¿verdad?, ¿Qué les impide seguir jugando? ¿O está prohibido o es mal visto por los demás hacer el loco? Cuando se preparen un café, vean todas las acciones que requiere el cuerpo para realizarlo, extender la mano, tomar la caja, con un dedo empujamos un extremo de la caja, etc, etc, etc., en actos tan simples estaremos concentrados en observarnos interiormente.
Bueno, no les doy más la lata, ya que podría extenderme por horas y no se trata de eso, hay que dejar el tiempo suficiente para ¡JUGAR!
TRILLONES DE BENDICIONES